La violencia obstétrica es una de las formas menos conocidas de violencia de género y, con cifras desactualizadas, todavía no es reconocida como delito en nuestro país.
Cada segundo domingo de mayo se celebra el Día de la Madre. Pero detrás de las casi 9 millones de madres a nivel nacional hay historias. El año pasado más del 43% (se revisa porque no es esta cifra) de partos a nivel nacional fueron cesáreas: una cifra preocupante y que excede lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud. La cesárea, además de ser un método para ‘parir’, puede ser también una forma de violencia hacia las mujeres, pero no la única.
María salió embarazada cuando tenía tan solo 16 años. Dio a luz en el hospital Sergio Bernales, ubicado en Comas en abril de 2011. Entró por emergencia por una preclampsia y fue atendida, el problema se presentaría después. Internada, la adolescente tuvo que soportar que más de seis personas le realizarán el tacto. Aunque este es un procedimiento común, María fue tocada sin su consentimiento. y por médicos internos. Ningún adulto estaba con ella cuando esto pasó.
Un año antes, Sofía pasó por lo mismo. Diez personas le realizaron el pacto, una y otra y otra vez durante los casi siete días que se quedó en el hospital. Acababa de cumplir 17 años. Ambos casos no son hechos aislados. María Elena Galarreta, ginecóloga y obstetra especialista en derechos sexuales, señala que dentro de varios servicios de salud sexual la violencia se ha instalado como una forma de tratar a las pacientes. Pero, ¿existe una forma de nombrarla?
La violencia obstétrica es un tipo de violencia de que va dirigida a mujeres o personas gestantes. Puede ocurrir antes, durante o después del embarazo. Aunque su nombre alude a los profesionales en obstetricia, cualquiera que tenga contacto con la persona embarazada puede ejercerla. El tacto vaginal sin consentimiento está entre las formas más comunes de esta violencia, al igual que obligar a una gestante a dar a luz de determinada manera, como la cesárea.
Galarreta aclara que esta violencia puede ser también verbal y que también se puede dar por omisión, es decir, ignorar los pedidos de la embarazada o negar la atención.
Sin embargo, denunciar puede ser una odisea, pues no solo no hay un registro de denuncias actualizado, sino que la violencia obstétrica no está reconocida como un delito en el Código Penal peruano.